
Pero el criadero de truchas ofrece algo más que una distendida jornada de pesca a la orilla del lago. Los que no son tan aficionados a este deporte pueden recorrer los cerros y las extensas hectáreas que posee el establecimiento. De hecho, se puede pasar una linda tarde recorriendo las plantaciones de porotos y de arvejas, buscando plantas de muña muña para el famoso té, o fotografiando las llamas que parecen también querer disfrutar del lugar. "¿Si me quedo a pescar? Me quedo a vivir acá. Esta tarde compro una casa en Tafí", dice Sosa, sin poder disimular su felicidad.
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