miércoles, 9 de febrero de 2011

Alperovich compra LV7 y ya controla todas las radios


Lic, Tomás Luciani, director de CONTEXTO
El avance arrasador de José Alperovich sobre los medios de comunicación de Tucumán no se detiene.
Sus mandaderos se han hecho cargo ahora de la radio LV7, que pasa a manos del grupo de LV12, adquirida por el gobernador al principio de su mandato.
La cara visible del grupo es Camilo López, ex gerente del Banco del Tucumán, y operador de Alperovich en radiofonía, call centers y otros negocios hechos a la sombra del Estado.
De esta manera, el dueño de Tucumán ya tiene en sus manos las dos AM más poderosas, a lo que se suman la infinidad de radios FM que fue adquiriendo en el interior de la provincia.
También integran la red oficialista la FM Regional y ahora Radio Rivadavia, a cargo de un colaborador de Carlos Rojkés.
La estrategia de Alperovich para ir comprando o arrendando las radios es muy simple.
Primero les corta la publicidad oficial (que es el único sustento de la mayoría de esos medios), y luego les envía todo tipos de inspecciones laborales e impositivas.
Cuando los propietarios de la radio se encuentran ahogados financieramente, el alperovichismo le hace una oferta de adquisición o arriendo a largo plazo de la frecuencia.
Luego de cerrada la operación, desde la Secretaría de Información Pública se envían generosas pautas publicitarias al nuevo medio alperovichista, con lo que se financia por entero la operación y quedan jugosas ganancias, que luego se acrecientan mes a mes.
El próximo bocado que espera ansioso el gobernador es la FM Antena 8, con buena audiencia en el interior provincial.
La emisora es de Alberto Llaryora, quien se acercó a Alperovich a fines del año pasado, luego de una larga enemistad.
El empresario se habría “comido un amague” del oficialismo, porque pese al cambio en la orientación informativa de El Periódico y de Antena 8, los recursos publicitarios prometidos se demoran.
La presión de la Casa de Gobierno apuntaría a que Llaryora les termine vendiendo tanto la radio como algunas tierras que posee en Santiago del Estero, zona predilecta de Alperovich para cosechar y comercializar soja lejos de molestos escrutinios.
La adquisición de LV7 conllevará importantes cambios en la programación, para asegurar la línea ultraoficialista. Se están cambiando locutores, y se anuncia la llegada de periodistas como Omar Nóblega, Jorge Catalán, Fernando Pazos y Cacho García.

Sumando el manejo de los programas matutinos de TV en Canal 8 y Canal 10, que recomenzarán a dúo la semana próxima, el amplio dominio del espectro radiofónico de Alperovich corre el riesgo de saturar peligrosamente a la audiencia con las voces oficiales.

La clase media está pidiendo diversidad. Y el gobernador va precisamente en la dirección contraria.

Alperovich -sin tener en cuenta la movilidad social y cultural que siempre caracterizó a Tucumán- cree que puede edificar aquí un sistema político-económico como el del saadismo o el del juarismo.

Se visualiza como un monarca capaz de hacer lo que le venga en gana, fulminando la división de poderes, y haciéndose dueño de toda la provincia.

Si bien en el plano de los medios de comunicación esta situación conlleva muchos beneficios para CONTEXTO -que como medio no dependiente de Alperovich está agregando miles de lectores semana a semana, y ya es uno de los medios más importantes del país en Internet-, nos preocupa como a todos los tucumanos de bien la desvirtuación de la democracia y del pluralismo que se propugna desde la Casa de Gobierno.

Borracho de poder, el gobernador no divisa riesgos.

Como un Mubarak sudamericano, utiliza el Estado como un bien propio, pone a empleados dóciles en los órganos de control, usa el avión “sanitario” para viajar con su familia a Punta del Este, dejando a la deriva a una tucumana gravemente herida, endeuda a la provincia en 37 millones para un nuevo jet de lujo, y se empacha de demagogia barata ante los micrófonos.

Luego de vivir rodeado de chupamedias desde hace ocho años, Alperovich hoy está convencido de que gobierna una provincia de estúpidos, donde el único pícaro es él, y los delincuentes que lo secundan.

No advierte que cuanto más voluminoso y pesado sea su imperio, mayores serán los riesgos de derrumbe abrupto. Porque sus bases son de barro alquilado.

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