jueves, 7 de enero de 2010

El fracaso del Estado tucumano

Esta provincia tiene los impuestos más altos del país.
Su burocracia estatal crece sin parar. Cientos de personas, generalmente de clase media alta, son nombradas en el Estado, que acumula más de 120.000 agentes en sus tres niveles (provincial, municipal y comunal).
Se supone que la estructura estatal, sus políticos y los empleados que la manejan están para servir a los ciudadanos y no al revés.
La burocracia gubernamental tucumana da permanentes muestras de su inoperancia, a pesar de su descomunal tamaño y de los importantes remuneraciones que perciben muchos de los empleados estatales.
Es mejor no analizar las deficiencias en materia de seguridad, salud, educación u obras de infraestructura.
En los últimos días hubo tres ejemplos que muestran que el Estado sigue siendo un paquidermo ineficiente, egoísta y soberbio, que maltrata a los tucumanos.
A pesar de contar con enormes recursos (el presupuesto estatal de 7.200 millones de pesos es superior a los ingresos de las cosechas de caña de azúcar, limones y soja, juntas) y con una dotación de empleados que lo transforman en el primer patrón de la provincia, el Estado tucumano presenta deficiencias inadmisibles.
No se entiende de otra forma que los ciudadanos deben ir a las 6 de la mañana para sacar turno en el Registro Civil para anotar a los chicos que nacieron, con lo que deben dejar a sus familias o faltar al trabajo.
Esto es increíble en el mundo moderno, donde las inscripciones podrían hacerse por Internet.
Pero la pesada y absurda burocracia tiene que justificarse y a nadie se le ocurrió poner más empleados para atender este y otros servicios que presentan problemas similares.
Algo parecido ocurre con los trámites para obtener los carnets de manejo, un documento que resulta imprescindible para decenas de miles de tucumanos.
Finalmente, los destrozos provocados por el vendaval, que dejaron a 120.000 personas sin electricidad y cientos de evacuados, muestran muchas secuelas inevitables, pero también otras que corresponde prevenir al Estado.
Ubicada en una zona subtropical, Tucumán soporta todos los veranos tormentas impresionantes y para los funcionarios siempre será una sorpresa los daños que provocan. Nadie se pone a pensar qué se puede hacer para anticiparse a los acontecimientos.
Ese es el ineficiente, pesado, costoso e incomprensible Estado tucumano.

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