Al transitar por la ruta provincial 305, hacia el norte, hay un circuito -muy poco explotado para el turismo-, con varios parajes que invitan a la contemplación, la vida al aire libre y los paseos por las serranías. Es necesario movilizarse en vehículo propio para disfrutar de Villa Padre Monti, la primera parada obligada; luego se llega a la apacible localidad de Río Nío. Pero lo más asombroso es "El Alto de Medina", donde la quietud parece haber echado raíces. Es ideal para pasar unas horas y escapar del bullicio urbano. Para quienes buscan un contacto con la naturaleza: sí. Para quienes quieren comodidad: no. Para quienes prefieren preparar un asado al aire libre: sí. Para los que desean un menú a la carta: no. Para pasear unas cuantas horas al día por caminos de sierras y montañas: sí. Al salir de la ciudad, por la ruta provincial 305, hay un circuito -muy poco explotado por el turismo-, que invita a la contemplación, a la vida al aire libre y a recorrer los magníficos paisajes, que muchos tucumanos todavía no conocen. Los cultivos parecen extensos paños coloridos al costado del camino. Se termina el pavimento y comienza a respirarse un aire pueblerino antes de llegar a Villa Padre Monti, un paraje donde el silencio es amo y señor.Luego, se sigue por la misma ruta enripiada hacia el norte hasta llegar a la apacible localidad de Río Nío, ubicada a 60 kilómetros de la capital, un paraje donde la quietud parece haber sentado sus raíces para siempre y un arroyo de aguas mansas alardea en su paseo por el pueblo.Al mediodía, los pueblerinos muestran un andar cansino y su amabilidad para orientar a los foráneos que van dispuestos a pasar unas horas al aire libre, cerca de las montañas. Quienes frecuentan la zona ya saben que el paisaje es majestuoso, pero hay otros que llegan por primera vez y se preparan para descubrirlo.Los habitantes de Río Nío se dividen entre "los nacidos y criados" y "los loteros". Así les llaman a quienes se alejaron del bullicio de la capital para construir su casa de fin de semana y disfrutar de la calma que se apodera de las serranías. Roberto Eduardo Rodríguez, uno de los tantos "nacidos y criados", relata que en el poblado es común encontrar "muña muña". Según la costumbre del campo se trata de una hierba que "pone contentos a los hombres -dice Rodríguez-, como ahora se usa el viagra". El baqueano aconseja visitar "El Alto de Medina", a unos 20 minutos en auto desde Río Nío, por la ruta 310. Al atardecer, el paisaje de las sierras de Medina es un encanto con la vegetación que cambia de colores como el capricho de un pintor. El camino serpentea en medio de la montaña hasta llegar a un mirador natural, a unos 1.500 metros sobre el nivel del mar, donde unos loros engreídos cantan todo el tiempo entre la espesura de la selva. Es hora de volver al pueblo, cuando el sol se esconde detrás de los cerros, mientras la luna sube primorosa para alumbrar el camino. Es un circuito sin explorar que espera por infraestructura turística.
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