lunes, 3 de agosto de 2009

Yo, El Supremo, antes que nada



En una provincia cercada por la pobreza y la indigencia -como admiten la Iglesia y el propio gobernador-, con el número de pobres en aumento y una clase media cada vez con menos calidad de vida; con la muerte rondando, amenazante, por la gripe porcina; con la inminente inmovilización generalizada de la obra pública -ya comenzó- por carencia de recursos, con la consecuente desocupación no sólo en el área de la construcción; con índices de la actividad económica en baja, con una inseguridad creciente, la deuda pública cercana a los 5.000 millones de pesos (tres le yapó José), con las alforjas del erario vacías y perspectivas sombrías por delante, Alperovich da señales de que lo único que le importa en serio, es su permanencia infinita en el cargo. El obispo de la Diócesis de Concepción, monseñor José María Rossi, disparó una afirmación lapidaria, al señalar que “hay más pobres, cuando debería haber menos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario