Fueron 70 años de tertulias y bohemia
Las voces del Mono Villafañe, el dúo Tafinando y Noralía Villafañe se callaron después de cantar toda la noche, y cuando salieron la puerta de El alto de la lechuza se cerró. Y todavía no hay quien la abra. Esa noche del 26 de diciembre fue la última de una de las peñas más viejas del país.
La suya es parte de la historia misma de Tucumán. De su música y su cultura, de encuentros creativos y del surgimiento de grupos y figuras que todavía brillan.
Todo empezó en marzo de 1940, cuando Pedro Aredes y su esposa Mercedes Isabel de Aredes abrieron un negocio de comidas en la esquina de 24 de Septiembre y Marco Avellaneda, aprovechando el movimiento que había en la zona por la cercanía con la estación ferroviaria Central Córdoba (hoy Belgrano).
En esa época se acostumbraba a brindarle música en vivo a los pasajeros que venían a realizar las compras a la ciudad... Ahí siempre hubo música, porque toda mi familia tocaba. Mi padre cantaba muy bien y se acompañaba correctamente con la guitarra", cuenta don Pedro Amanecido Aredes, hijo del fundador de la peña, que nació ese mismo año.
Los recuerdos de la infancia de don Pedro están marcados por la música y los artistas que pasaban por el solar donde además vivía la familia, y que en ese entonces era conocido como El alto de Aredes. Atahualpa Yupanqui, Virgilio Carmona, Donato Herrera, "el Gordo" Leiva, "el Ciego" Pancho...
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