viernes, 2 de octubre de 2009
Raco, La belleza del paisaje se revela entre los cerros que rodean a la villa
Los pinos parecen formar filas como boy scouts en el vértice de la montaña, mientras el viento propaga un aire campestre por toda la villa. Raco es verde. Pero ahora en primavera se multiplican los colores con los racimos en forma de globos de las hortensias y las últimas hojas secas que se desprenden de los árboles.Es una de las villas elegidas por las familias tradicionales para los tiempos de vacaciones. El verdadero tesoro está en los paisajes que esconden los cerros que rodean a la villa. Por eso nada mejor que calzarse las zapatillas y andar, andar por las sendas como lo hacía Atahualpa Yupanqui. El camino que va por arriba de la estación Refinor hasta Alto Maciel es el mejor. Al final del trayecto se llega al mirador de Raco. Adiós mi pago querido / mi rancho de Raco / mi lindo sauzal... dice la zamba de Don Ata. Tanto se inspiró en la belleza del lugar que lo nombró en varias de sus letras.El rostro de Don Ata sobresale en la piedra tallada. El perfil inconfundible del compositor se dibuja en su homenaje en la plazoleta que lleva su nombre. El monumento está muy cerca del club social de Raco. Hay servicios para todos los gustos. Almacenes, restaurantes y el club social. Es posible comprar pan casero. Se puede llevar el termo y el mate o bien optar por una infusión saborizada en las casas de te al aire libre. Raco parece el elogio de la pereza. Es un culto al descanso.
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