Estas bandas, junto con importantes artistas de nuestro medio han constituido “Música en Marcha por la Paz y la No-violencia” cuyo interés es promover la primera Marcha Mundial que recorre el mundo pidiendo el fin de las guerras, el desmantelamiento de las armas nucleares y el cese de todo tipo de violencia (física, económica, racial, religiosa, cultural, sexual y psicológica). El lema que inspira la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia reza "La paz es de los valientes". Por lo tanto, los músicos tucumanos exhortan a la gente valiente a sumarse y a ayudar a crear una nueva conciencia mundial que rechace la violencia en todas sus formas.
La marcha, que fue declarada de interés municipal por el Concejo Deliberante de la capital, comenzó en Nueva Zelanda el 2 de octubre y concluirá en Punta de Vacas, Mendoza, el próximo 2 de enero.
El festival es coordinado por la Sala Fénix de “El Mensaje de Silo”, organización que trabaja para superar la violencia y el sufrimiento, tanto en los individuos como en la sociedad. En ese contexto, se estudia y se reflexiona sobre diversos temas, entre los que se destacan los vinculados con la inmortalidad y con lo sagrado.









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En sus tiempos de fulgor, en el año 800 D.C, la comunidad de Quilmes estuvo formada por alrededor de 8.000 personas, distribuidas en viviendas de piedra y de adobe. En la parte central residían los chamanes (una suerte de sacerdote comunitario) y en los laterales todavía se vislumbran las terrazas de cultivos, donde se sembraban las semillas que luego se utilizarían para preparar los alimentos, según cuenta Zulema Marcial, una de las guías que acompaña a los visitantes. Ella es una más de los cientos de descendientes aborígenes que, ahora, se reparten las tareas cotidianas para resguardar el patrimonio que legaron de sus ancestros. Actualmente, la Comunidad India Quilmes (CIQ) está constituida por 14 pueblos, gobernados por un cacique (Francisco Chaile) y el consejo de delegados, que le rinden culto a la Pachamama y se definen como integrantes de la Nación Diaguita.Durante la subida puede hallarse en la terraza principal una muralla adornada con figuras de piedras blancas que representan a la serpiente y a la llama, entre otras figuras iconográficas de sus costumbres. Las ruinas cuentan con dos fortalezas (miradores) erigidas en puntos estratégicos, ubicados en los extremos de la montaña. Hasta allí suben los niños y los adultos, con paciencia y mucho respeto por la montaña. En la mitad del trayecto es posible cruzarse con grupos de jóvenes que, a la sombra de un cardón, comparten el mate a la espera del atardecer.






























