furor por demoler “lo que venga” no es exclusivo de Buenos Aires. Según el sitio periodismodeverdad.com.ar: “Uno de los edificios declarado Patrimonio Histórico de la Provincia es el ex Mercado de Abasto, diseñado por el prestigioso arquitecto Alberto Prebisch desde 1927 y hasta 1934 cuando fue inaugurado. Hace algún tiempo, la empresa Abasto S A por invitación del Gobernador Alperovich, aceptó hacer una millonaria inversión para hacer allí un gran centro cultural y comercial. El histórico edificio que ocupa toda una manzana está siendo demolido y la Comisión de Comisión Provincial de Patrimonio Cultural no habría hecho los controles del caso para garantizar que se preserve el edificio como estipula la normativa vigente. ¿Picardía, descuido o negligencia?”.
El edificio está protegido por la ley provincial 7535 que “declara al mercado como pieza del patrimonio cultural de Tucumán e impone no sólo limitaciones a lo que se le puede hacer, sino que prohíbe autorizar proyectos sin aprobación de la Comisión de Patrimonio Cultural de la provincia”.
Sin embargo un informe técnico señala que “el estado de deterioro del edificio, por falta de mantenimiento, haría casi imposible su restauración”.
Cabe preguntarse: ¿quién protege al edificio de la ruina? Porque si bien la ley (aunque burlada) existe y se lo incluyó en la lista de edificios declarados patrimonio de la provincia, se lo abandonó por completo (por desidia o a propósito) a punto tal de hacer casi imposible su restauración. Así como está, ya ni los vecinos lo quieren, y cansados de ver su barrio postergado piden el “shopping” (plop!).
El edificio está protegido por la ley provincial 7535 que “declara al mercado como pieza del patrimonio cultural de Tucumán e impone no sólo limitaciones a lo que se le puede hacer, sino que prohíbe autorizar proyectos sin aprobación de la Comisión de Patrimonio Cultural de la provincia”.
Sin embargo un informe técnico señala que “el estado de deterioro del edificio, por falta de mantenimiento, haría casi imposible su restauración”.
Cabe preguntarse: ¿quién protege al edificio de la ruina? Porque si bien la ley (aunque burlada) existe y se lo incluyó en la lista de edificios declarados patrimonio de la provincia, se lo abandonó por completo (por desidia o a propósito) a punto tal de hacer casi imposible su restauración. Así como está, ya ni los vecinos lo quieren, y cansados de ver su barrio postergado piden el “shopping” (plop!).
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