domingo, 7 de junio de 2009

La inocencia perdida

Alrededor 14.000 chicos, de entre 5 y 17 años, trabajan en Tucumán. Los ministerios de Educación y de Trabajo de la Nación, a través de un plan de inclusión educativa, que ejecutan con otros gremios procuran reinsertarlos al sistema. Unos 5.000 niños son explotados en actividades rurales de adultos en la provincia. Hasta el 2016 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) quiere erradicar este flagelo
Es diminuto y simpático. Le brillan los ojos mientras habla. Su sonrisa amplia deja ver una larga hilera de dientes blancos que contrastan con su tez morena. “Me va más o menos en la escuela porque no tengo mucho tiempo para estudiar”, dice Jonatan, de 12 años, quien reside con su abuela en el barrio Juan XXIII (“La Bombilla”). “Mi mamá vive con otro hombre y a mi papá no lo conozco. Desde hace unos meses vengo aquí (los semáforos de Mate de Luna y Ejército del Norte) desde el lunes hasta el sábado porque quiero tener mi platita. Aquí, limpiando los vidrios de los autos, saco unos 20 pesos por día. Vengo a las ocho o nueve de la mañana y me voy a las cinco”, señala. El chico ingresa a la escuela a las 18 -turno nocturno- y cursa el cuarto grado. “Después de las 12 como un sánguche de milanesa y una gaseosa y listo”, dice el muchachito, hincha de Atlético y Boca. “Mi abuela es buena; yo le doy seis pesos todos los días. Por ahí se enoja porque salgo a trabajar, pero a mí me gusta. Ella es jubilada y me dice que no haga esto porque es peligroso”. Cuando se le pregunta si piensa sobre lo que será en el futuro, se encoje de hombros y responde: “no sé, yo no tengo ninguna ilusión. Estudio por obligación porque no me gusta. Lo que sí quiero es tener otro trabajo mejor, para que no esté en la calle por la lluvia y el calor”.Junto a Jonatan está Mario, de 15 años, quien vive con sus padres en “La Bombilla”. También va a un colegio nocturno, “Solidaridad y Paz”, en Thames y Chile. Contó que “desde chico le ayudaba a mi viejo como capachero, pero ahora vengo aquí (Mate de Luna y Ejército del Norte) porque me gusta, los acompaño a mis amigos y de paso gano $ 25 por día”. Agregó que en su casa tiene para comer. “Esto que gano acá es para comprarme pilchas y zapatillas”.Carla, de 10 años, vive en Villa Amalia. En sus manos tiene varias boletas de Telekino que ofrece en la City a transeúntes indiferentes que apuran el paso para llegar a los bancos antes de la hora de cierre. “Quiero seguir estudiando; cuando sea grande quiero ser maestra”, señala con firmeza La pequeña dice que todas las mañanas, hasta las 13, vende ilusiones de varios miles de pesos. Es una tarea que desarrolla desde hace un año junto a su padre y cuatro hermanos. “Después de que vendo las boletas me voy a la casa porque a las 2 entro a la escuela. Ando bien, me gustan Historia y Geografía. Tengo tiempo para estudiar cuando salgo de la clase”, detalla. Ante el pedido del cronista, lo guía para que se encuentre con su padre. El hombre vocea el Telekino sobre una acera de Junín al 100 junto a otro de sus hijos. “Yo sé que los chicos tienen que estudiar y jugar. Pero quedé viudo hace dos años y me la tuve que bancar desde entonces. Los chicos me tienen que colaborar porque solo no puedo
”.

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